Hablemos sin tapujos
Los mexicanos estamos viviendo una etapa difícil en nuestra relación
con estados Unidos debido al encumbramiento del racismo y del populismo. Nos vemos
obligados por las circunstancias a enfrentar presiones internacionales innecesarias;
el evidente odio que tiene Donald Trump hacia México nos plantea desafíos económicos
pero también geopolíticos y sociales. En lo interno estamos en riesgo de
contagiarnos del populismo, el proteccionismo y la regencia caduca de los
ancianos que regresan para involucionar al nuevo siglo.
En lo externo debemos enfrentar los flujos migratorios
incontrolables no solo hacia Estados Unidos; sino hacia México mismo que ya se
siente bajo amenaza por el número de venezolanos que pretende establecerse aquí.
Un presente turbulento nos reclama atender de inmediato el problema migratorio
que crece y que puede afectar sobremanera la estabilidad y la cohesión social
de México.
Permitir la entrada a venezolanos es alimentar un retroceso
civilizatorio que en muchos aspectos ha sido superado lentamente por la
sociedad mexicana; el venezolano es probablemente el latinoamericano más
atrasado en términos educativos, democráticos y culturales. La presencia
venezolana crea conflicto ahí donde se establece, tenemos innumerables ejemplos
de este fenómeno en países latinoamericanos como Panamá, Ecuador, Perú, Colombia
y Chile.
El venezolano a pesar de ser mestizo mulatoide o “blanco
saltapatras” es un energúmeno racista, desordenado sucio y malhablado que
genera rechazo al exhibir todas sus carencias humanistas producto de años de
dictadura y estancamiento social. Las dos últimas dictaduras terminaron de
embrutecer a un pueblo que nunca se distinguió por generar intelectuales, ni
siquiera de calibre continental; tampoco es un paradigma cultural ni artístico y
mucho menos democrático. Podríamos aceptar que esta república petrolera nunca
supero la precariedad social con la que nació a pesar de los millones de dólares
producto del oro negro.
El venezolano no tiene parámetros que contengan su
desparpajo social porque proviene de un paraíso tropical altamente permisivo;
no sabe trabajar porque siempre ha vivido del petróleo, no sabe competir porque
en una república petrolera la competencia no existe, no está acostumbrado a la
disciplina laboral porque viene de una cultura rentista, el venezolano no
respeta las normas porque nunca ha sido respetado.
Este tipo de migración llega a México con los estándares sudamericanos
con lo cual están incapacitados para afrontar la competencia y el alto nivel de
preparación profesional que se requiere en el país; vienen a engrosar las filas
de la clase media baja y a presionar en temas de informalidad, delincuencia y hacinamiento.
Estoy convencido que importar racismo y analfabetismo es
sumamente dañino para nuestro país, y mucho más en estos tiempos de difícil vecindad
en Norteamérica; ¡no está el horno para bollos!

https://fisgonpolitico.com/deja-en-libertad-fiscalia-de-almaguer-a-banda-de-asaltantes-venezolanos/
ResponderEliminarVeamos como te va con Lopez Obrador, pendejo....La pinta de marico no te la quitas ni volviendo a nacer...jajaja
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