PORTOBELLINI
Temas tratados con el singular estilo de Portobellini "cero corrección política!
sábado, 13 de enero de 2018
miércoles, 8 de noviembre de 2017
martes, 7 de noviembre de 2017
lunes, 30 de octubre de 2017
MIGRACIÓN VENEZOLANA A MÉXICO
Hablemos sin tapujos
Los mexicanos estamos viviendo una etapa difícil en nuestra relación
con estados Unidos debido al encumbramiento del racismo y del populismo. Nos vemos
obligados por las circunstancias a enfrentar presiones internacionales innecesarias;
el evidente odio que tiene Donald Trump hacia México nos plantea desafíos económicos
pero también geopolíticos y sociales. En lo interno estamos en riesgo de
contagiarnos del populismo, el proteccionismo y la regencia caduca de los
ancianos que regresan para involucionar al nuevo siglo.
En lo externo debemos enfrentar los flujos migratorios
incontrolables no solo hacia Estados Unidos; sino hacia México mismo que ya se
siente bajo amenaza por el número de venezolanos que pretende establecerse aquí.
Un presente turbulento nos reclama atender de inmediato el problema migratorio
que crece y que puede afectar sobremanera la estabilidad y la cohesión social
de México.
Permitir la entrada a venezolanos es alimentar un retroceso
civilizatorio que en muchos aspectos ha sido superado lentamente por la
sociedad mexicana; el venezolano es probablemente el latinoamericano más
atrasado en términos educativos, democráticos y culturales. La presencia
venezolana crea conflicto ahí donde se establece, tenemos innumerables ejemplos
de este fenómeno en países latinoamericanos como Panamá, Ecuador, Perú, Colombia
y Chile.
El venezolano a pesar de ser mestizo mulatoide o “blanco
saltapatras” es un energúmeno racista, desordenado sucio y malhablado que
genera rechazo al exhibir todas sus carencias humanistas producto de años de
dictadura y estancamiento social. Las dos últimas dictaduras terminaron de
embrutecer a un pueblo que nunca se distinguió por generar intelectuales, ni
siquiera de calibre continental; tampoco es un paradigma cultural ni artístico y
mucho menos democrático. Podríamos aceptar que esta república petrolera nunca
supero la precariedad social con la que nació a pesar de los millones de dólares
producto del oro negro.
El venezolano no tiene parámetros que contengan su
desparpajo social porque proviene de un paraíso tropical altamente permisivo;
no sabe trabajar porque siempre ha vivido del petróleo, no sabe competir porque
en una república petrolera la competencia no existe, no está acostumbrado a la
disciplina laboral porque viene de una cultura rentista, el venezolano no
respeta las normas porque nunca ha sido respetado.
Este tipo de migración llega a México con los estándares sudamericanos
con lo cual están incapacitados para afrontar la competencia y el alto nivel de
preparación profesional que se requiere en el país; vienen a engrosar las filas
de la clase media baja y a presionar en temas de informalidad, delincuencia y hacinamiento.
Estoy convencido que importar racismo y analfabetismo es
sumamente dañino para nuestro país, y mucho más en estos tiempos de difícil vecindad
en Norteamérica; ¡no está el horno para bollos!
viernes, 29 de enero de 2016
EL CONFLICTO CHILE PERÚ
La lección es: no le preguntes a
un sudamericano porque no sabe que no sabe. En el corazón del conflicto Chileno
peruano se encuentra una consideración que aparece muy frecuentemente en las
conversaciones que tengo con muchos de los ejecutivos mexicanos que trabajan y
conocen la realidad sudamericana: Chile es un país mestizo que se piensa
rioplatense; en tanto que Perú es un país indígena que se cree que es mestizo.
El espantoso problema de identidad
y racismo que vive Sudamérica se expresa en los chilenos en el gusto que tienen
por contarse junto a uruguayos y argentinos como europeos en américa; cuando lo
cierto es que lo que se ve en las calles chilenas es un evidente mestizaje indígena
español principalmente. Claro que existen, como en todos los países latinoamericanos,
núcleos de población de origen europeo más o menos sin mezclar pero en el caso
chileno no son la mayoría.
El mismo problema sudamericano de
identidad y racismo que afecta al
peruano es considerarse un país mestizo cuando no lo es; el mestizaje en Perú
no se logró, como en México o como en Chile por lo accidentado del relieve
nacional, eso cualquier historiador más o menos decente lo sabe. Hubo algunas
regiones de mestizaje como la ciudad de Lima pero este proceso no fue
generalizado en todo el país; de ahí la fuerte presencia cultural indígena en
todo el Perú.
Podemos decir que la idea que
tienen estos países sobre si mismos tiene más de devoción que de realidad; la consecuencia
de buscar el reflejo propio en espejos lejanos que devuelven invariablemente
una imagen distorsionada de sí mismos. El planteamiento equivocado sobre la
identidad propia ha jugado en el conflicto peruano chileno trayendo complejos, prejuicios
y malentendidos que han alimentado un odio histórico apenas matizado por los
intereses económicos de la actualidad.
Una guerra, el resentimiento de
los peruanos y la falsa autosuficiencia de los chilenos ha eclosionado en la
peor relación que hay entre latinoamericanos. Unos que se colocan en una supuesta
superioridad racial y otros que se lo creen; Unos que se creen destinados al éxito
económico y militar; y otros que sin empacho emigran a la casa del odiado
enemigo. Ante la imposibilidad de bombas o misiles los peruanos lanzan
programas de televisión contra la forma de ser de los chilenos; y estos
responden con mesas redondas seudo intelectuales que devuelven sutilmente las afrentas.
Esta es la esquizofrénica relación entre peruanos y chilenos.
En ambos lados de la frontera la
misma mediocridad televisiva, el mismo bataclan aldeano, el mismo
subdesarrollo.
Quinientos años de un parentesco,
doscientos de convivencia como independientes y aun mucho odio apenas disimulado
por la corrección política. Sin embargo la destrucción de Sudamérica no pasa
por la confrontación histórica entre países; sino por la falta de identidad y
el racismo; ese es el boleto cancelado al desarrollo que tendrá que pagar esta región
del mundo.
lunes, 16 de noviembre de 2015
UN TERREMOTO Y LA DESTRUCCIÓN DE MÉXICO
Las calles olían a muerte y
trapos quemados, la gente deambulaba herida, zarandeada, confundida entre
ruinas humeantes y lamentos de agonía; todo estaba cubierto por el polvo blanco
de la devastación. La mañana del 19 de septiembre de 1985, un temblor inmenso
destruyo partes importantes de la capital de México.
Sobre las calles históricas
yacían gigantes vencidos, no había luz ni comunicaciones y el agua se
desparramaba de las tuberías rotas. Ante la falta de información, “México
desapareció” fue el rumor que se esparció, primero en todo el país y después en
el mundo.
Aunque terremotos y huracanes son parte de la vida de los mexicanos, no se había visto, hasta aquella mañana, semejante destrucción desde la caída de Tenochtitlán.
Pero no había tiempo para llorar,
los mexicanos salieron como un ejército a rescatar sobrevivientes, a
desenterrar, a cavar hoyos en el concreto, a remover escombros sin más
herramientas que las manos. El temblor se llevó a familias enteras; en él,
hombres y mujeres perdieron hijos; niños quedaron sin padres, murieron abuelos,
vecinos y amigos.
Cuando los días pasaron la única
certeza del rescate era el hallazgo de cuerpos inertes, sin embargo, ante la
mirada cansada y el silencio de los mexicanos, de los escombros comenzó a
surgir el llanto de recién nacidos, los niños del terremoto estaban con vida.
Protegidos por el cadáver de sus madres, los recién nacidos sobrevivieron bajo
las ruinas del hospital Juárez. Las mujeres mexicanas cumplieron hasta el final
como custodias de la vida.
Con cada rescate de los pequeños
los mexicanos lloraban, se abrazaban y los viva México que lanzaban no eran
sino el grito de guerra contra la muerte que los rodeaba.
Se dice que México es un enorme
barco anclado en el muelle al que las tempestades no pueden hundir. Fenómenos
naturales, revoluciones, tragedias puntuales, narco, ciclos criminales; y
México no se cae.
Tal vez sea por todo esto que el
mexicano moderno aprendió que ante la tragedia la unión es el único consuelo.
Los desastres naturales nos han enseñado a proceder con orden y disciplina, a
seguir las indicaciones, a respetar protocolos de seguridad, a responder a los
llamados de alerta; a no correr, no empujar y no gritar en la evacuación de
escuelas y edificios.
El último gran fenómeno que
enfrentamos fue el huracán Patricia, el más grande en la historia del mundo y
no hubo un solo muerto gracias a la organización y disciplina de los mexicanos.
Este es el mejor homenaje que podemos ofrecer a las víctimas de todas nuestras
catástrofes.
domingo, 8 de noviembre de 2015
UNA VERDADERA HISTORIA DE TERROR
México es un país antiguo y
misterioso; sus ciudades son un largo compendio de historia viva, y sus campos
escenarios de batallas legendarias. Las guerras prehispánicas y los sacrificios
humanos, la conquista y la revolución, los colgados en los caminos y los
quemados por herejía, pueblan de sombras y descarnados, de gritos en la
oscuridad y de espectros la inmensa noche mexicana.
A la llegada de los
conquistadores españoles lo primero que escucharon de los pueblos originales no
fue otra cosa que historias de fantasmas, tal vez porque en México la vida
adquiere sentido solo entreverada con la muerte; y cada mexicano, alguna vez,
ha visto o escuchado lo inexplicable.
La historia referida como
verdadera habla de tres estudiantes en el Estado de Morelos que compartían en
renta una viaja casa construida poco antes de la revolución. Rentaban lo que
aún quedaba de un caserón que poco a poco había sido absorbido por la ciudad,
pero que en la década de la lucha armada se encontraba lejos y aislado sobre
una vereda imposible de explosión vegetal.
Los estudiantes eran originarios
de algún pueblo entre Tepoztlán y Yautepec pero se habían matriculado en una
Universidad de Cuautla; con lo cual surgió la necesidad de conseguir un lugar
cercano a la universidad para vivir. Encontraron la vieja casa de piedra y
vigas centenarias, de techos altos y muros gruesos, de enredaderas siniestras y
campanelas moradas. Era la casa más antigua en una calle empedrada, pocas veces
habitada y oscurecida por la acción de las buganvilias descontroladas.
Los estudiantes se sorprendieron
de encontrar un lugar con tres recamaras a tan buen precio por lo que no
dudaron en pagar la renta de todo el semestre. La casa tenía un jardín inmenso
mal cuidado en cuyo extremo a la vieja construcción se levantaba una casita de
tejas en la cual vivía un matrimonio de la tercera edad, cuya vecindad les
otorgaba el título de veladores inmemoriales de la finca pre revolucionaria.
Comenzó el semestre y los tres
compañeros se dedicaron con determinación a sus estudios universitarios,
viviendo durante la semana en aquella casa rentada y viajando a la casa
familiar cada fin de semana. Fue hasta el tercer mes que uno de los estudiantes
comenzó a sentirse constantemente enfermo, no podía dormir y perdía peso,
parecía espantado pero no decía nada. A mediados del cuarto mes ya no quiso
regresar, dejo la escuela y pasó una larga temporada encerrado en la casa de
sus padres.
Aunque confundidos por lo
acontecido a su compañero, los dos estudiantes que quedaban en la casa se esforzaban
por terminar el semestre con buenas calificaciones y se encontraban ocupados
preparándose para los exámenes semestrales.
Una noche en la que ambos jóvenes
se habían quedado estudiando hasta la madrugada, un ruido extraño llamo su
atención, provenía de la recamara vacía de su antiguo compañero y parecía que
alguien arrancaba las hojas de un cuaderno o un libro y las estrujaba una tras
otra. Los amigos extrañados se miraron por unos segundos; uno de ellos se puso
de pie y lentamente se acercó a la puerta de la habitación que suponía vacía. Toco
la puerta y pregunto si había alguien.
Para ese momento ya tenía a su
compañero detrás de él reflejando en el rostro una mezcla extraña de temor y
curiosidad, sobre todo porque seguían escuchando el ruido de hojas de papel
arrancadas y apretadas con el puño. En el momento que uno de los estudiantes
abrió la puerta de la recamara el sonido ceso. Aunque la mortecina luz del
pasillo penetro la habitación al abrir la puerta, la oscuridad que ambos
estudiantes percibieron adentro les pareció como un aliento espeso que en su
negrura ocultaba algo.
Sin embargo, al no descubrir nada
en el interior, los estudiantes, como quien se recupera de una broma pesada,
lanzaron algunas carcajadas divertidos. Fue entonces que uno de ellos pregunto
al aire en voz alta: si estás muerto da un golpe sobre el piso y háznoslo
saber.
Los dos amigos recuerdan con
terror un golpe sobre el piso acompañado de un profundo rasguño sobre la madera
de la duela. Al instante salieron corriendo aterrorizados al patio. Ambos
temblando sin atreverse a regresar pidieron refugio en la casa de los
ancianos quienes después de tranquilizarlos, a lo largo de la noche les
contaron la historia de la propiedad.
En los años de la revolución la
casa pertenecía a un hombre muy rico y temido por su valor y mal genio. Un
hombre con tierras dedicadas al cultivo de la caña de azúcar, obsesionado con
la protección de sus riquezas ante el levantamiento armado. Su oro lo enterró
en alguna parte de aquella propiedad; sus tierras las defendía a punta de
fusil; y a su mujer la mantenía encadenada en un cuarto cuando él se encontraba
fuera.
Un día la turbamulta
revolucionaria lo colgó en algún árbol del camino real y nunca regreso al lado
de su mujer, que en cadenada, en una casa aislada, en una habitación donde solo
había libros, murió de hambre comiendo solo papel.
MEXICANOS AHORA QUIEREN CONQUISTAR EL ESPACIO
Los jóvenes mexicanos no solo
ganan concursos internacionales de robótica, sino también de matemáticas física
y química; pero sobre todo llama la atención el vigor creativo y el perfil
científico de los jóvenes mexicanos cuyos proyectos ganadores son una presencia
constante en la NASA. Y no hablamos de consumados talentos nacionales que
colonizan la Agencia espacial norteamericana, sino de jóvenes casi niños que
sorprenden por sus capacidades técnicas e intelectuales.
En realidad, ha sido el
aprovechamiento de este caudal enorme de talento la reflexión definitiva que
permitió la creación de la Agencia Espacial Mexicana. No solo para detener la
migración al norte de nuestra inteligencia nacional; sino para hacerla florecer
en beneficio propio. Y es que la Agencia Espacial Mexicana nace con el ímpetu
de la juventud estudiantil que empujo su realización; pero también con la
ambición y determinación por la grandeza que el nuevo mexicano quiere para su
país.
En materia espacial México desarrolla satélites propios de entre diez y cien kilos para el monitoreo del territorio nacional; y en los próximos ocho años espera desarrollar satélites más grandes y complejos totalmente mexicanos para las telecomunicaciones. Cabe mencionar que algunos países de Latinoamérica dicen fabricar satélites pero en realidad lo que han logrado es el armado de piezas importadas sin una gota de tecnología propia: Esta visión no es la de la AEXA que pretende generar tecnología original y de vanguardia. De hecho se tiene pensado poner en órbita un satélite totalmente mexicano para el estudio del clima en el 2018.
Los objetivos de la Agencia
Espacial Mexicana son amplios y ambiciosos; por ejemplo se busca la presencia
del país en la luna. En este sentido nuestro país es el primer latinoamericano
que envía carga para el estudio científico al satélite natural de nuestro
planeta. También se desarrollan dispositivos científico tecnológicos para el
estudio y la movilidad en el espacio. En colaboración con el Reino Unido México
elabora ya un satélite para la protección ambiental de la península de Yucatán.
De acuerdo con la opinión de
expertos nacionales y extranjeros México se está convirtiendo en un país
moderno y competitivo en lo que a lanzamientos espaciales se refiere. Esto es
gracias a la presencia de un recurso humano bien preparado, creativo y amante
de la precisión técnica y el diseño innovador. De continuar con una política de
estado para el desarrollo espacial no es nada extraño que la Agencia Espacial Mexicana
se coloque en pocos años entre las grandes a nivel mundial.
Tel vez, después de todo, sea
cierto lo que algunos empresarios extranjeros afirman: el mexicano, ante el
desafío tecnológico, tiene el don creativo de los alemanes, la precisión
técnica de los japoneses y la disciplina laboral de los chinos; lo único que le
hace falta es darse cuenta de ello.
¿QUIEN MATO A LATINOAMÉRICA?
Nuestro destino natural era la
unidad. Aunque nacimos de la fragmentación de un imperio y nuestras diferencias
a veces nos hacen más primos que hermanos, los americanos de habla española
estábamos destinados, más que ningún otro grupo de naciones a la unida; pero
algo sucedió y la pregunta que nos hacemos desde un continente despedazado es: ¿quién mato a Latinoamérica?
¿Fueron los brasileños que en un
afán por construirse un patio trasero secuestraron a buena parte de Sudamérica
con acuerdos comerciales y organismos políticos de los cuales el mayor
beneficiado ha sido el mismo; o fue la retórica populista de Lula y Dilma que
dividía al sur entre buenos y malos bloqueando a México, el país de habla
española más fuerte para no tener un rival en el área?
¿Fueron las elites
latinoamericanas formadas por oligarcas y fascistas con fantasías imperiales; una
pre moderna clase política localista y ranchera que imaginaba a sus pobres
países como imperios continentales sin advertir que nadie recorre el camino de
la gloria en ojotas o en guaraches. ¿Fueron ellos los que impidieron con su
onanismo mental la unión de los americanos de habla española?
¿O tal vez los asesinos fueron
los medios de comunicación monopólicos al servicio del poder que al reproducir
la retórica del odio profundizaron la fragmentación regional y fracturaron la
natural curiosidad e interés por conocer y acercarse a otras sociedades y otras
realidades?
¿Fueron los resentimientos, la desconfianza y el miedo anidados en el corazón de una historia que hace referencia a invasiones, crímenes y guerras entre vecinos y hermanos?
¿Fueron los resentimientos, la desconfianza y el miedo anidados en el corazón de una historia que hace referencia a invasiones, crímenes y guerras entre vecinos y hermanos?
El polo de poder anglosajón
dividido entre Inglaterra y Estados Unidos ha dominado al mundo; el poder
asiático con alcance universal ha pasado del Japón a China; Europa se unió para
influir en el mundo y proteger sus intereses creando un polo de poder europeo
con sede en Bruselas; y nosotros, NO
los latinoamericanos, sino los americanos que hablamos español, no nos damos
cuenta del poder económico, científico, cultural, alimentario, industrial y
artístico que tenemos para generar un polo de poder que defienda nuestros
intereses y que influya en el mundo.
Es momento de plantearnos con
seriedad nuestra trascendencia universal con lo propio y original, con orgullo
y determinación, corrigiendo nuestro destino bifurcado tantas veces por
intereses ajenos; a los americanos que hablamos español nos unen las palabras
de un mismo idioma y el vigor de un mismo anhelo: ser grandes.
Sin embargo persiste la pregunta ¿Quién mato a Latinoamérica?
Tal vez fue nuestra indiferencia;
nuestra falsa autosuficiencia; tal vez fuimos nosotros que no hemos sabido
reconstruir los vínculos naturales que hay entre todos los americanos que
hablamos español y con quienes tenemos un papel histórico que jugar.
LOS PRESIDENTES DEL ODIO
Durante más de diez años Los
presidentes del odio se dedicaron a fragmentar la unidad nacional de sus
respectivos países. Dividieron a sus sociedades entre ellos y nosotros. El odio
alentado desde la cúpula del poder separo familias y acabo con amistades,
además de establecer un clima de intolerancia para el que pensara distinto. Los
estrategas publicitarios del odio y el miedo, como el brasileño Joao Santana,
se enriquecieron como pocos trabajando para los gobiernos de Brasil y
Argentina.
Hoy que se pide cárcel y
destitución para Dilma Rousseff; y que Cristina Fernández está apunto de
enfrentar su destino de corrupta, algunos especialistas reconocen que no es la
crisis económica ni la fragmentación política el peor daño que dejan los
presidentes de la reelección, sino el odio sembrado en cada habitante de sus
países: un odio que costara años de desarrollo y gobernabilidad.
Estos gobernantes se van, pero
dejan una herencia maldita, pues se estima que al menos un 40% de los jóvenes
sudamericanos crecieron envenenados con el odio político y el resentimiento
transmitido de los viejos; con lo cual, poco saben del acuerdo, la tolerancia y
la unidad; a esto se le puede sumar el incremento explosivo en el consumo de
drogas y la sustitución del razonamiento objetivo por el adoctrinamiento
ideológico. Así, una parte importante de la juventud quedo convertida en
cascajo social.
Hugo Chávez se encargó de dividir
a los venezolanos en tiesos contra revolucionarios; Cristina Fernández divido a
los argentinos en cacerolos y progresistas; Dilma Rousseff, Evo Morales y
Rafael correa hicieron lo propio según el manual heredado de las dictaduras
fascistas de Sudamérica: separar a las personas entre buenos y malos, dividir,
sembrar el miedo, construir un enemigo imaginario y dilapidar a los que piensan
contrario. Por eso, los presidentes del odio se van repudiados a pesar de
algunos aciertos en política social.
Andres Oppenhaimer dice que se
acaba la era populista en Latinoamérica; y en Europa vaticinan la muerte del
endriago Priista-peronista-mesiánico-autoritario que se adueñó de la franquicia
de la izquierda en el continente para ejercer el poder en su nombre a pesar de
ser hijos del peor autoritarismo latinoamericano.
En Argentina ganara Macri (si es
que no hay fraude electoral); en Brasil Lula y Dilma irán al basurero de la
historia, y probablemente a la cárcel; Nicolás Maduro enloquecido bañara de
sangre a Venezuela; y los dioses menores, Correa y Morales agotaran sus
dictaduras desde la soledad y el aislamiento.
Para nosotros los mexicanos, que
vamos en ciclos contrarios a Sudamérica, esta es una lección invaluable para no
permitir la instauración del odio entre hermanos, tan útil y atractivo para el ejercicio
del poder autoritario.
lunes, 12 de octubre de 2015
EUROPA MORIRÁ POR INDOLENTE
Cada quien puede tener la cultura
y la identidad que le plazca, se proclamó en Estados Unidos, Holanda Inglaterra
y Francia; hoy se dan cuenta del error histórico que ha significado para su
existencia el planteamiento de mosaico cultural con el que han reconstruido sus
sociedades a partir del último cuarto de siglo. Desentenderse de la identidad,
la cultura común, los vínculos nacionales y el patriotismo en sus habitantes
término en una fragmentación social, racial, económica y cultural que produce
terroristas.
Una generación a la que no se le
dijo que pertenecía a un pueblo, que no se le inculco el sentimiento de
pertenencia y el orgullo de grupo, que careció de toda identidad nacional, es
la que ahora se pone en contra de sus propios pueblos y engrosa las filas del
terrorismo antropófago que pone en jaque a Europeos y norteamericanos. En
Inglaterra se sabe que un gran número de terroristas que amenazan al país son,
paradójicamente, ciudadanos ingleses de sangre y religión adoctrinados por el extremismo
islamico.
Lo mismo sucede con muchos
jóvenes franceses y norteamericanos que no se sienten ni franceses ni
americanos y mucho menos tienen vínculos emocionales positivos con el pueblo
que los engendro.
Las utopías no existen; la imagen
de una nación formada por muchas culturas distintas relacionándose en paz a
partir de sus diferencias no es sino un sueño jipiteca que ha resultado tan
peligroso y sangriento como el nacionalismo nazi. Ahí donde la identidad
nacional fue retirada, otras identidades más radicales y peligrosas se
establecieron.
Con las consecuencias de
fragmentación y terrorismo que se viven en algunos países, la idea de un
mosaico cultural variado y profuso como fundamento nacional ha quedado señalada
como peligrosa para la subsistencia misma de la unidad nacional. El respeto por
las identidades grupales no significa renunciar a una identidad nacional, se
dice ahora después de muchos muertos y atentados. Algunos soñadores querían
ciudadanos del mundo y obtuvieron terroristas feroces militantes de la
violencia y los extremismos.
La realidad que se plantea para construir
nacionalidades solidas es la de supeditar las identidades del mosaico cultural
a una identidad superior, única e integradora cuyo sentimiento de pertenencia
sea tan fuerte que promueva por sí mismo la protección y supervivencia del
grupo nacional. Es decir que dentro del país se puede ser indígena, judío o
musulmán pero sobre todo y antes que nada se es mexicano. La mexicanización de
los emigrantes y la prevalencia de la cultura nacional sobre las identidades
atomizadas parece ser el camino que nos garantice nuestra propia conservación.
Al parecer el patriotismo y sentimiento de pertenencia nacional es el antídoto
contra la destrucción y la dispersión de los grandes países receptores de
migrantes
VENEZOLANOS EN CHANCLAS PERPETUAS
El número de venezolanos viviendo
y trabajando en México se ha duplicado los últimos años. Quien piense que lo
que le sucede a Venezuela a los mexicanos no nos afecta, está equivocado.
Se dice que lo sucedido a este
país sudamericano no es un tropezón que podrá enmendarse en algún momento, sino
la cancelación de un futuro promisorio para muchos años. Venezuela es un país
sudamericano que culturalmente pertenece al caribe; y es el caribe la región
más atrasada de la atrasada Latinoamérica. Si juzgamos por los resultados en la
Venezuela del comandante supremo podemos afirmar que lo mencionado es verdad.
Este es un país sin industria
cuyos ingresos dependen en el 96% de petróleo. Se habla de una escasez severa
de alimentos, medicinas y energía eléctrica. Se menciona que la fuga de
recursos monetarios y humanos no tiene parangón en américa Latina y el mundo, y
que el manejo macroeconómico los últimos 15 años ha sido deplorable y
sinsentido: un 45% de las ventas de petróleo se destina a subsidiar a Cuba y a
otros países del caribe. El gobierno venezolano mantiene en secreto el recorte
presupuestal a la mayoría de los programas sociales mientras que el presupuesto
para el ejército y para la propaganda de telesur se duplico el último año.
Se dice que el glamour de los
uniformes militares y las boinas, de los títulos de comandante y
revolucionario, han enloquecido a un tipo de latinoamericano obnubilado por los
héroes y los personajes ficticios, por los caudillos, los mesías tropicales y
sus apóstoles. Una mentalidad latinoamericana inmadura que busca en los
superhéroes la realización de un sueño tan irreal como peligroso. Hacer de la
nación un campo de pruebas, un laboratorio es jugar a los volados con el
destino de millones de personas. Los venezolanos lo hicieron con su país y hoy
tenemos los resultados.
Venezuela no verá la luz de la
democracia en muchos años, o tal vez nunca, porque el recurso humano está
sumamente dañado, los años de culto a la personalidad del líder supremos y los
valores humanistas torcidos por la manipulación casi religiosa y omnipresente
de sus ideólogos, han obrado en la trasformación de este pueblo que protesta
por hambre pero no por la falta de libertad y democracia.
Las ficticias revoluciones
sudamericanas fueron muy exitosas en la construcción de un relato que se
creyeron ellos mismos. Hoy, ante el recuento de los daños se puede constatar
que nada o poco ha cambiado. Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia no son
sino dictaduras disfrazadas. Sin embargo, este capítulo sudamericano está lejos
de terminar: la retirada de la marea populista será lenta y costosa; la agonía
de las repúblicas revolucionarias será prolongada.
Una vez más Latinoamérica nos ofrece valiosas
lecciones sobre lo caro que nos puede costar no domeñar al ingenuo salvaje que
vaga aun por el continente.
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